miércoles, 23 de marzo de 2011

Semana 6: Primera Ecografía

Hasta hace unos días presumía de lo bien que me sentía y me quejaba del hambre, que me había atacado sin previo aviso; y del sueño, un cansancio perenne que me perseguía a todas horas. Pobre ilusa... Ha sido cumplir la sexta semana y atacarme todos los síntomas de golpe. Tengo unas náuseas constantes que empiezan nada más poner un pie en el suelo. Es una sensación horrorosa porque tienes ganas de vomitar continuamente, y como si de un juego del destino se tratase, a la vez sigues teniendo hambre, así que pruebas a comer algo, y según lo que sea te sienta bien o hace que ese mal estar se vaya multiplicando por sí mismo durante los siguientes 5 minutos. Algunas veces consigues reprimir el vómito, pero otras es irremediable salir corriendo hacia el wáter. A todo esto se junta una sensación de globo en el estómago que te acompaña día y noche. Me he convertido en una bola de gas andante que va creciendo por días, porque soy incapaz de encontrar una vía de escape que haga que todo vuelva a su ser. 


¿Debería estar feliz, verdad? pues no, estoy irritable, enfadada, rabiosa, sensible y llorona. Miro a mi chico y me da envidia de lo bien que está. Ya no me acuerdo de cómo me fijaba en las mujeres embarazadas cuando andaba por la calle. Esa envidia sana de querer ser como ellas se ha desvanecido de golpe, y ahora quiero estar como mi marido, como la chica que está en el parque paseando a su perro fumándose un cigarro o tomándose una cerveza. Es como si se me hubiera nublado la mente de golpe y sólo sintiera pena por mí misma. A veces, incluso, me pregunto si habré hecho bien, si no me habré precipitado y dee pronto, me doy cuenta que tengo 32 años, no 20 ¡¡por dios!! Y me siento culpable, irresponsable por sentir esto y no estar pletórica por mi estado. Con todo lo que lo he deseado...

Pero como todo tiene su lado bueno, hoy he ido a mi primera ecografía. Ha sido increíble ver un garbanzo que tiene corazón y que está dentro de ti. Creo que ese es el momento en el que te das cuenta que estás embarazada. Antes tienes la sensación de que todo puede ser un error, una broma de un laboratorio en forma de test. Pero no, ahí está, tan pequeñito y tan grande a la vez. Agarrado a la vida con fuerza y gritando a través de su pequeño corazón que está ahí, contigo. De pronto te das cuenta que esa motita de 5.9 mm depende de ti, de lo que comas, de lo que hagas, de lo que te cuides o no. Y ahí vuelven los sentimientos encontrados, la alegría, el miedo, la incredulidad, la rabia, la soledad... Porque sí, esa soledad se hace presente de forma irremediable al darte cuenta que eres tú, sólo tú, quien tiene que cuidar a ese ser hasta que se forme y llegue al mundo. 

Tengo la esperanza que la naturaleza, ya que dicen que es sabia, me prepare para ese proyecto, un proyecto de vida que ahora mismo se me hace cuesta arriba. Quizá sean las hormonas, o quizá es que pienso demasiado las cosas, y es que a veces, ¡qué malo es pensar!

lunes, 21 de marzo de 2011

Semana 4: Sola ante el peligro

La primera semana tras ver el positivo en el test de embarazo es más extraña que otra cosa. Yo no me siento embaraza, ya no tengo ese instinto maternal que tanto me inundaba hace unos días y que te debería impregnar de golpe al conocer la noticia. No chicas, yo lo que tengo es mucho miedo, muchas preguntas, muchas inseguridades.


Lo primero que hicimos fue contárselo a mis padres. Ese momento no lo olvidaré nunca. La sonrisa de mi padre y de mi madre me volvieron a hacer sentir niña, aquella que necesitaba ver en la cara de sus padres, la confirmación de que aquellos que había hecho estaba bien. Y sí, la tuve. Sin embargo, seguía sintiendo esa sensación que se tiene a veces cuando te está pasando algo que parece que no va contigo. Supongo que es normal, porque pasas de un momento a otro demasiado rápido. Ayer no estabas embarazada y hoy lo estás, ¿cómo se asimila eso? Pues con tiempo y con ayuda de nuestro cuerpo, que nos va avisando y preparando a medida que nos hace sentir cosas que nunca hemos sentido antes. O eso quiero creer.

A los dos días de haberme hecho el test, ya me empezaron a doler mucho los pechos. Los tenía más hinchados y duros, pero el aumento de tamaño no era perceptible a la vista. Eso sí, al tacto no fallaba. Pasas de no sentir el pecho, a sentirlo mucho. Te empieza a molestar al andar, al dormir o al coger alguna cosa. Por lo demás, seguía sintiéndome perfecta. Ni náuseas, ni mareos, ni sueño. 

¿Los miedos? todos los que os podéis imaginar y más. Primero tengo miedo a que algo no vaya bien, a ir a hacerme la ecografía y que no esté en su sitio o simplemente no haya nada. Luego he pasado a la fase "¿habré hecho bien?" que me inunda todas las noches sin dejarme pegar ojo. Empiezo a imaginarme todo lo que me va a cambiar la vida, si podré con ello, si sabré hacerlo, si seré buena madre, si me arrepentiré alguna vez... ahí paro de golpe porque con sólo pensar eso ya me siento malísima madre. Y ¿cómo una se puede sentir mala madre antes de llegar ni siquera a serlo?, ¿dónde está ese reloj biológico que me estaba apremiando tanto hace sólo unas semanas? Pues sí, de repente, sin razón aparente ha desaparecido, me ha dejado sola ante todos estos miedos. Esperemos que pronto vuelva conmigo.

Test de embarazo ¡¡POSITIVO!!

Aquí empieza mi diario, el bitácoras de un nuevo viaje lleno de incertidumbres, miedos, alegrías e inquietudes que sólo quiero compartir con vosotros. Así, que antes de nada, me presento: me llamo Sara, tengo 32 años y el 7 de marzo de 2011 vi por primera vez en mi vida un test de embarazo positivo. 



Llevaba buscando quedarme embarazada 5 meses, y aunque a muchas os puede parecer poco, que siendo objetiva, lo es, a mi ya se me estaba haciendo un mundo. Y no era por el hecho de querer ser madre "ya", sino por el miedo a tener un problema y que no pudiéramos tenerlo nunca. Seguro que muchas de vosotras me entendéis.  El caso es que no hay recetas mágicas para conseguirlo, porque al fin y al cabo, no se trata de encargar una tarta, existen demasiados factores para que el hecho se produzca, y por mucho que queramos controlarlos, chicas, creedme, es imposible. Aunque en el punto medio está la virtud, y tampoco se trata de ponerse a buscar como locas sin tener ni idea de cómo son nuestros ciclos o de cuando ovulamos más o menos. Así, que si yo tuviera que dar un consejo, sería relajarse, investigar un poco para conocer más a fondo nuestro cuerpo y nunca obsesionarse, porque ahí radican la mayoría de los problemas. El poder de la mente es mayor de lo que creemos, y por ella se rige nuestro organismo. Si vivimos sin vivir, pensando continuamente en si podremos o no conseguirlo, el cuerpo interpreta que no estamos bien y así, no hay manera.